Este fin de semana me pasé por el Hay festival en Granada, en concreto fui a dos actos. El sábado a un mano a mano enter Luis García Montero y Joaquín Sabina, en el palacio de Carlos V en la Alhambra. Lástima que el supuesto moderador, el presentador de Canal Sur Ton Martín Benítez, decidiera ser también protagonista del acto, pues quiso intervenir continuamente en las conversaciones que sobre el arte y la poesía iban entretejiendo los dos personajes. Tanto Montero como Sabina recitaron poemas propios, lo cual me volvió a demostrar que el primero sigue aportando pinceladas al mundo poético, de Sabina me siguen sin convencer sus sonetos pero me declaro admirador de sus letras, y conocí su faceta más culturalista, de gran lector y buen crítico.
Rescato un verso de García Montero, creado allí mismo, versionando uno propio de su nuevo libro Vista cansada: "Un lector es el segundo país donde nacemos".
Los hijos
Por favor, no hagan ruido
en la tranquilidad de este poema
escrito con la mano
del que cierra la puerta al apagar la luz.
Mis tres hijos acaban de dormirse.
Necesito el silencio para pensar en ellos.
Colores indelebles en un lápiz
de trazado infantil,
vuelven a dibujar
–pero esta vez en serio–
un árbol, una casa, la memoria
de una luz encendida
con sabor a diciembre,
los cristales del miedo
y la ilusión del porvenir
bajo el sol de los días laborables.
Un hijo es el segundo país donde nacemos.
Con su falta de edad nos hace cumplir años
y nos devuelve
al mundo del reloj,
a las llamadas telefónicas
que son una raíz
en la orilla del tiempo.
Un hijo nos enseña a preguntar
con voz de agua
la verdad decisiva de la tierra.
Ser como juncos, y en amor flexibles,
no asegura respuestas
ni confirma el reposo.
Elisa, Irene, Mauro,
cada cual con su puerto y con su lluvia,
luces cambiantes en el mismo río.
Nadie comente, por favor,
que acabo de escribirles un poema.
Los hijos crecen con espinas.
Nunca sé imaginar
lo que pueden decir de lo que digo,
lo que pueden pensar de lo que pienso,
lo que pueden hacer con lo que hago.
2 comentarios:
¿En serio?
¡Yo también estaba allí!
Para mi gusto el acto no estuvo muy allá, la verdad, y hubo varias cosas que me dieron rabia.
Me molestó en general que el Hay festival cobrara la entrada a 5 euros de cada conferencia -esta se llenó, pero a otras no fue casi nadie-. Este concepto de pagar por conferencias y hacer actos de una hora clavada, espero que no se imponga.
Yo estaba temiendo que el acto acabara después de la intervención de Martín Benítez sin que ninguno de los conferenciantes hubiera hablado, porque el hombre hizo una presentación de más de media hora. Afortunadamente, supongo que temiendo la reacción del público, los organizadores no cortaron como habían hecho en todas las conferencias anteriores el acto a la hora. Estoy de acuerdo contigo en que el presentador fue un tostón y que se metió donde no debía, porque no moderó, sino que más bien intentó ser protagonista.
Luego la conferencia, que se supone que iba a tratar de poesía y música, se limitó a ser una lectura de poemas de cada uno, y un constante decirse lo estupendos que son todos. Como Sabina es Sabina la gente le reía todo lo que decía, aunque dijera que había ido al servicio a cagar -que lo dijo.
Y por último, me dio rabia también que no le contestaran al chaval que preguntó que qué había pasado con la poesía social. Los dos conferenciantes hicieron como si no comprendieran la pregunta, y dijeron que sus letras eran más o menos de denuncia. El presentador, para terminar de cubrirse de gloria, dijo que él también había sido un joven revolucionario como ese muchacho de pelo largo que había preguntado aquello.
Lo mejor para mí fue después, verlos en la terraza del Alhambra palace, a Sabina y a García Montero sentados a la misma mesa que Miguel Ríos, me hizo mucha ilusión. Si hubieran puesto un micro en la mesa, seguro que habría sido una conferencia mucho más interesante de poesía y música que lo que vimos en el palacio de Carlos V.
Un saludo!
Vaya, qué lástima no habernos cruzado!!! La verdad es que se esperaba más del acto, y que hubo mucho aplauso fácil. Pero los 5 euros me parece algo interesante, casi un experimento antropológico por ver cuánto se valora en esta sociedad la poesía, pues solemos estar acostumbrados a que sean gratuitos estos actos. Sin embargo pagamos por un concierto o ir al cine. Prefiero que sigan siendo gratis poruqe pienso que pueden favorecer el acercamiento del público, pero que de vez en cuando se tense la cuerda para llamar la atención: ¡ey, esto tiene un valor!
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