29 ago 2017

Señales, Enrique García Bolaños

Puestos a emitir señales: ¡Houston, Houston, tenemos un poeta! Y es que si el primer libro de todo autor es la presentación en sociedad, el segundo título que sacas a la calle supone la dureza de estar ya fuera del parapeto de la primera vez. Y tras Peluquería canina (Versátiles Editorial), del que hablamos en este mismo blog hace justo un año, Enrique García Bolaños nos trae su segundo poemario, Señales (Ediciones de la Isla de Siltolá), tan solo un año más tarde. Y es una confirmación en toda regla.

Señales lo integran 36 poemas distribuidos en cuatro apartados, con rasgos más o menos comunes. El libro es un elenco de poemas con mucho ritmo, con musicalidad, y no sólo por estar presentes en sus páginas tributos a Bowie, Elvis o Dylan (Enrique, Dylan aún no ha muerto, ¿no?). El libro es un tratado de la cotidianidad, de la cotidianidad en un ámbito urbano, donde reinan la adjetivación y los complementos que colorean el paisaje. Los poemas de Señales huelen a ceniceros llenos, suenan a bar, a calle de barrio, al gentío en una plazoleta a media tarde, y tiene iluminación de farolas tenues. Además, son destacables los continuos cambios de registro y los juegos de perspectiva (en especial la alternancia de voz masculina/femenina). Y el humor, la retranca, la gracia del vivir, también se hace con un buen puñado de versos.

Especialmente llamativo me resulta el que la última sección se titule igual que su primer libro, Peluquería canina, un hermoso homenaje a los comienzos, señalar de dónde se viene. Precisamente contemplo que esta parte del libro tiene como dos tonos, donde la segunda, a partir del poema "El bosón de Higgs" (p. 67), iría más en la línea general del resto del libro.

Como aspectos más disonantes, principalmente el lío con las comas, o la ausencia de ellas, o la presencia unas veces sí, otras no, y otras. O el repetitivo concepto de los "ojos". Poca cosa, pero por ser testigos.

En resumen, una lectura recomendable, un poeta ya presente que seguirá llenando estanterías, que ha afinado las cuerdas y nos ha dejado unas hermosas partituras. Si van a alguna librería, no dejen de (h)ojear poemas como "Gradimo dobro" (p. 36), "El bosón de Higgs" (p. 67), ya citado antes, o el que cierra el libro, "Duluth, MN" (p. 78), que seguro que acaban atrapados por las Señales de García Bolaños. 

Y como muestra, el primero que indico:


GRADIMO DOBRO

Construimos bien.
Culpémonos de lo que sea
la tala del Amazonas
la extinción del Dodo
y de todos los indígenas
la sed atómica
el éxodo forzado
la hambruna el cambio de color del cielo de Madrid Pekín Nueva Delhi

pero sabemos construir.
Nuestras casas son altas y fuertes.
Soportan la lluvia ácida,
los cambios repentinos de temperatura,
algún que otro seísmo –la soledad
del después no la contempló Richter–
y la rutina.

En dos mil años hemos conseguido
cobijarnos desafiando a Babel.

Pero no somos mejores que aquellos hombres.

Aquellos hombres, los hombres antiguos,
–tan sólo ciento cincuenta o doscientos nombres detrás de ti–,
los hombres que vivían en aquellas casas
aún sin vigas, aquellos hombres
sufrían y amaban mucho más
de lo que amamos nosotros ahora mismo.

Nosotros sólo amamos el instante
espejismo pasado en el oasis futuro.
Amamos el futuro fervientemente.
–¿Cómo no amar algo que siempre viene
de frente? – Lo esperamos, leales,
pacientes, hasta que llega, y nos morimos
solos, durmiendo –con suerte, bajo techo–,
sabiéndonos amados al fin
por todos esos doscientos hombres
que nos preceden.

Una gran orgía de hielo y escombros.

23 ago 2017

Mar Negro, Xavier Guillén

Desde comienzos del presente siglo, el Premio de Poesía Andalucía Joven  ha venido siendo un referente y ha marcado a autores a los que seguir su trayectoria (Elena Medel, Antonio Portela, Raúl Quinto, José Daniel García, y un largo etcétera son ejemplo de ello). Pero desde 2015 no tenemos señales de convocatoria de este ya tradicional certamen, cuyo último ganador fue Xavier Guillén con la obra Mar Negro.

El poemario, publicado por Renacimiento, en líneas generales, conjuga un léxico en ocasiones sorprendente, apoyado en una adjetivación colorista. Los poemas se sustentan sobre una gran base rítmica, con versos breves y estrofas igualmente breves, que constituyen auténticas bofetadas verbales. Es habitual el uso del hipérbaton como recurso, como extrañamiento necesario. Y los poemas se construyen a golpe de ideas y conceptos, sustentados en imágenes, metáforas, lo onírico y alegorías. En muchos casos no termina de decir, y el lector es partícipe de la construcción completa. A este punto de construcción de los textos, señalar la importancia de los finales de los poemas, definitorios y contundentes la mayoría de las veces.

El libro se divide en tres partes: Puerto, Isla, y Puerto (sí, repite nombre de sección).

Puerto, la sección que abre este Mar Negro, destaca por la potencia de la imagen. En algunos versos roza lo onírico-surrealista, que se combina con la reflexión directa. Todo con una decidida concisión (versos breves y estrofas breves). "Convierte / la soledad en tinta" (p. 20).

Isla supone una descripción de espacios de escala: la plaza, el entorno, y sus opciones. Así como encuentros con la mujer. "Hablamos un idioma/ de tesoros" (p. 39).
"Entonces me tumbé/ en un coral solitario/ y pensé en ti./ Fue un sueño húmedo./ Un sueño superficie." (p. 43).
En este periplo por las islas, sí que podemos encontrarnos con algunos poemas algo más extensos.

Puerto, el apartado de cierre, retoma el pulso a los poemas reflexivos, con una línea alegórica, y donde se detiene más en los decorados de los enclaves costeros.

VI
Las constelaciones
abren juego.

Bajo la partida,
unos cabos, me cuentan
lo convencionales
que somos
gracias a las historias,
lo discursivo,
la contingencia.

El relato persiste.

Capiteles que rompen
en el casco del buque,
ese espíritu rumiante
de lo nuevo
y algún delfín,
que siempre hace ilusión.

Ovejas blanditas
tan al fondo del lobo.

Contar. No importa el modo.
Si lo narrase,
también mentiría.


XXII
El estuario
donde nacen los ríos.

Un junco agrieta
la marisma.

Se diluye el agua dulce
en la salada.
Mediación, calamidad.

Ante el dilema,
las indolentes rocas
del dique
para otear la marea:
endémica, sin culpa.

El símbolo es el mar
dentro de un pozo.

Algunos argumentos
no admiten réplica
pero tampoco causan
convicción.


14 ago 2017

Hijo, Raúl Quinto

Hijo es un libro en el que sumergirse, de principio a fin. Con mucho de líquido amniótico, de cordón umbilical y de tinta. Es una confesión, o no, o mucho más que eso. Es una construcción en torno a un momento único, genético: la vida hecha hijo. Un conjunto de textos que manifiestan la mentira del signo lingüístico cuando se topa con ciertas realidades. "Este libro quiere ser eso./Decir eso./ Pero es un libro" (p. 62).
Más que una reseña del libro de Raúl Quinto, que inaugura la colección de prosa de La Bella Varsovia (leamos bien: prosa, no narrativa), aquí dispongo una serie de anotaciones y destacados, pues no creo que sea un libro de puntos cardinales ["entierra la brújula" (p. 18)]:


# Hay palabras que retumban: literatura, mundo, eco, propósito, Hijo.

# "sus ojos cerrados abrieron los míos para siempre. Y vi por primera vez" (p. 15).

# "toma de conciencia sin grieta del tiempo" (p. 15).

# Genealogía. "La sangre es tiempo y distancia, memoria sorda" (p. 21). "Mi hijo nació cansado porque venía caminando desde el principio de los tiempos" (p. 29).

# Desdoble de la creación. Doble realidad: vida y literatura. "La literatura tiene filo (...) no se puede coger de cualquier manera sin cortarte". Hay que ser consciente de las dos realidades porque "la palabra escrita asienta la realidad y le da peso y hambre de más realidad" (pg. 19).

# Un desarme, una rendición.

# "Por eso el meconio es negro, porque es la digestión de la larga noche de los ancestros" (p. 23).

# "Una nación es un territorio mental delimitado por sinrazones. Una construcción emocional. Una caja vacía" (p. 25). La patria como una ficción ligada a la familia, a las raíces, a la sangre.

# "La memoria es un quiste del lenguaje" (p. 28). "Cada frase que escribo tiembla y palpa las paredes del lenguaje" (p. 19).

# Imágenes, metáforas, juegos de palabras. HIBRIDACIÓN. Es lo que sucede cuando pones la prosa en manos de un poeta.

# En la página 30 menciona al Dr. Manhattan de Watchmen, y nos acordamos de La piel del vigilante.

# Reflexiones sobre el nacimiento, sobre el origen.

# "Estoy hilando" (p. 38), escribe para "hacer pie en el abismo" (p. 36), como fórmula para "conjurar lo invisible dándole forma" (p. 36). Es un modo de proximidad, de comprensión.

# Raúl Quinto dice: "Está aquí, respirando y dibujando señales en los mapas del aire con la brevedad de sus dos pies" (p. 39). José Martí decía: "dos pies que caben en solo un beso".

# Buda, Atenea, Zeus | Odín, Tezcatlipoca, Dios | Ilitía, Pitágoras | Lucia Hardy | Cuvier y Lamarck | Melissa Wilson

# Quinto Señala que hay una separación entre literatura y vida, pero quizás ocurra como en la teoría celular que menciona, donde las células del feto pueblan el cuerpo, y tras el parto se integran en ella, creando un vínculo. Quizás así autor y libro: parido, pero intracelular a la postre. "que la tinta es otra forma de la sangre" (p. 58).

El libro tiene un detonante, el nacimiento de un hijo -como dijera Lope de Vega, "quien lo probó lo sabe"-, pero la verbalización, las reflexiones, el punto de vista, es de Raúl Quinto. Si quieren más, pasen y lean Hijo.

13 ago 2017

Princesa Leia, Begoña M. Rueda


Begoña M. Rueda está abriéndose hueco en el panorama literario a base de buenos versos y saber muy bien dónde juega sus bazas. Premio a premio: Premio poesía Universidad de Jaén 2015, Premio de Poesía Luis Cernuda, y el II Premio de poesía joven "Antonio Colinas". Este último referenciado, que no cronológicamente, es el que ha hecho que en las librerías podamos hacernos con un ejemplar de Princesa Leia, la obra galardonada y publicada por Ediciones de La Isla de Siltolá.

El libro se divide en 4 partes, o 3 partes más una coda. Pues "Encuentros en la primera fase", "Encuentros en la segunda fase" y "Encuentros en la tercera fase", se componen de un buen ramillete de poemas cada uno, y el apartado de cierre, "In memoriam", presenta un único poema, que sirve de cierre y de envoltura al resto del poemario.

En su conjunto, el libro se sustenta entre el aquí y el allí, lo cercano y lo lejano, la otredad y lo nuestro. Con muchos guiños a lo galáctico, lo interplanetario, y el universo, pero como algo propio y reconocible, en algunos casos. Esa confrontación enriquece y vivifica. Da igual que sea real-histórica (la perra Laika, Alfa Centauri o el Apolo XI) o basada en Star Wars.

Lo más destacable es esa línea de pensamiento que atraviesa el libro, con especial fuerza en los poemas que integran "Encuentros en la primera fase", que poseen una rotunda carga poética, y se plantea el recorrido por el resto del libro. Posiblemente los taninos de esos poemas sean una dosis fundamental para surcar el resto de "fases".

Si no me entienden del todo, la mejor recomendación es que se acerquen a las páginas de Princesa Leia, y se sumerjan en la propuesta de Begoña M. Rueda. Y como muestra, un nostromo:


NOSTROMO

El gato de la teniente Ripley
me parece el personaje más inteligente de Alien.
La inteligencia
siempre guarda un residuo de maldad.
El octavo pasajero lo sabe,
sonríe al felino,
le perdona la vida.

Es al único que se la perdona.

El gato de la teniente Ripley
es el personaje de Alien que más se me parece.
Un tripulante invisible
durante casi toda la película
al que sólo se escucha maullar.