7 jul 2008

Relatos en cadena (2.1)

El pasado viernes se cerró el certamen, y resultó ganadora Estefanía Morán (Abril), que sinceramente, estaba entre los microrrelatos que más me habían agradado. Hasta un total de 25.000 micros se han presentado a este certamen, lo cual viene a ser un hecho más que significativo, y corrobora el que la gente cuando les pones las cosas fáciles, y una bonita carnaza, acaba picando de este anzuelo que es la literatura. Disfrutad de la úlytima tanda de finalistas, con ganadora incluida, y del audio de la hipotenusa:



FEBRERO- Beatriz Olivenza Bernardo

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando, sonriéndose, burlón. Yo tenía los ojos clavados en mis zapatos, a varios centímetros del suelo. Los segundos pasaban arrastrándose, eternos. Entonces ocurrió el milagro. Alguien gritó: "¡Alfredo!", y el imbécil sonriente se volvió, y yo comencé a volar en mi columpio. Ocurrieron tantas cosas: fui hechicera en la alfombra mágica, y hada surcando el aire, y princesa sobre el dragón. Entonces volví a sentir sus ojos fijos en mí, y me vi en ellos como me veían todos: feúcha, miope, torpe. Sonó el timbre, bajé del columpio. Cojeando, me esforcé por alcanzar la fila de niños que regresaban del recreo.

MARZO- Felipe Antonio Borrella Vaquero

Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había huido. Parecía intuir que el destino ponía en su mano la posibilidad de pasar a la historia. Y parecía renunciar.
El mayoral comenzaba a impacientarse. Sus hombres estaban quedando en ridículo delante de aquel empresario, que ya no disimulaba sus risas ante la incapacidad demostrada para encerrar al astado. Mientras, otro toro se había ido acercando mansamente, introduciéndose en los corrales. Al percatarse, el empresario preguntó:
—Y ese, ¿cómo se llama?

—¿Ese...? Islero. Pero no es toro para tan importante plaza.

—Me vale. No tengo todo el día.

Y, rápidamente, se introdujo en el coche diciendo:

—¡Niño, tira pa' Linares!

ABRIL- Estefanía Morán

Se lanzará desde el trapecio. Correrá a través de la raíz cuadrada, sintiendo como el aliento de la malvada hipotenusa se le acerca hasta casi atraparlo para siempre. En un intento vano por despistarla llega al abismo de la derivada. Se siente acorralado, pero no, encuentra una salida en la división y vuelve a escapar deslizándose por ésta. El número Pi se salva y llega hasta el infinito. Pero…

—Andrés, ¿me escuchas?

—Sí, maestra.

—Muy bien, continuemos. Si un tren sale de Madrid a las ocho de la mañana y otro de Barcelona a las diez…

La malvada hipotenusa capturó a Pi.

MAYO- Mauricio Ciruelos Gutiérrez

—Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —decía Ana.

—Estamos soñando —sentenció Miriam, su hermana mayor.

—Creo que deberíamos volver al colegio —insistió Ana.

—En los sueños no hay colegio

Ana sonrió y se acercó al borde de la azotea.

—Entonces, ¿crees que puedo volar?

—Por supuesto hermanita, es lo que trato de explicarte.

—Pero parece tan real.

Miriam arrancó una hoja de su cuaderno y se la mostró a Ana.

—En los sueños no se puede leer ni el propio nombre. ¿Puedes leer aquí el tuyo?
Ana negó con la cabeza, extendió los brazos y saltó. Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado.

JUNIO(repesca)- Mikel Ruiz Ruiz

"Ni idea", responde el hombre mirando sonriente el trozo de plástico sobre el césped mojado. Se rasca la cabeza, mira a su esposa y, encogiéndose de hombros, sentencia: "supongo que será un saliente de la tubería de drenaje". Saca de dentro la sonrisa con que la conquistó en la cola del supermercado hace ya veinte años y continúa: "No te preocupes, lo tapo y ya termino yo de pasar el cortacésped". Mientras su mujer se aleja hacia la puerta de casa el hombre entierra el saliente del casco de motorista con la punta del zapato. Le gusta pensar que tiene un ejército de terracota bajo su jardín.

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